Un icono del racionalismo que cumple cien años
La Fábrica Fagus, construida entre 1911 y 1925 en Alfeld an der Leine, Alemania, constituye uno de los hitos fundamentales en el nacimiento de la arquitectura del movimiento moderno. Su promotor, Carl Benscheidt, pretendía reformar y ampliar las instalaciones de ésta fábrica de hormas de zapatos y ya había contactado con un arquitecto de Hannover, pero un jovencísimo Walter Gropius le convenció de llevar adelante un proyecto más artístico; para ello le invitó a una conferencia sobre el Arte Monumental y la construcción industrial donde postulaba uno de los principios del racionalismo: “la vida moderna necesita nuevos organismos constructivos que se correspondan con las formas de vida de nuestro tiempo”. Finalmente Gropius, en colaboración con Adolf Meyer, se adjudicó el proyecto en 1911 y centró su trabajo principalmente en el diseño de la fachada y los interiores. Las oficinas representan el espacio más significativo del complejo y resumen los principios básicos de este movimiento arquitectónico: un bloque prismático de tres plantas con cubierta plana, y una estructura de hormigón armado que permite liberar los muros exteriores de su función portante y sustituirlos por grandes ventanales, generando un muro cortina de cristal que proporcionaba abundante luz natural y diluía los límites entre el interior y el exterior. Esta obra le proporcionó a Walter Gropius (1883-1969) un amplio y merecido reconocimiento como arquitecto que culminaría con la fundación de la mítica Bauhaus en 1919. La propia sede de la Bauhaus en Dessau, o la casa Gropius en Estados Unidos, representan la esencia de una personalidad indisolublemente unida a su obra didáctica, que no aceptaba ideas apriorísticas y cuya arquitectura se va ciñendo a cada necesidad concreta. Se trata por tanto de una de las grandes figuras de la arquitectura contemporánea, aunque también conviene recordar la importancia del contexto histórico en el que desarrolló su obra. A principios del siglo pasado, mientras en buena parte de Europa se mantenía la dicotomía arquitectónica entre técnica y arte, en Alemania se habían dado pasos gigantescos para aunar lo uno y lo otro. La síntesis de industria y arquitectura fue institucionalizada con la fundación del Werkbund en 1907, una asociación de arquitectos e industriales que combinaron sus esfuerzos para la promoción de la “buena forma” y para la mejora general de la producción de mercancías de todos los niveles en un proceso que culminaría en la Bauhaus. En este contexto, Peter Behrens diseñó en 1908 la fábrica de turbinas AEG en Berlín, un edificio que, a pesar de partir de concepciones clásicas en su aspecto exterior, exploraba las posibilidades del vidrio y del acero desde una actitud totalmente renovadora y racionalista; y en el despacho de este arquitecto trabajaron, entre otros, jóvenes talentos como Walter Gropius, Adolf Meyer, Mies van der Rohe…, o un tal Le Corbusier. Nacho Cabrera Marcos Fernández EQUIPO PEPE CABRERA