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21/03/2011   |   
La casa de la cascada

Frank Lloyd Wright

La casa sobre la cascada, construida en la reserva natural de Bear Run, Pensilvania (Estados Unidos), entre 1935 y 1937 constituye, además de uno de los iconos fundamentales de la arquitectura del siglo XX, la residencia privada más famosa que se haya proyectado en la historia. Edgar Kaufmann, propietario de unos grandes almacenes en Pittsburgh, había adquirido en los años veinte una parcela boscosa con una cascada del arroyo del oso y algunas cabañas de madera. Con el tiempo decidió que era el lugar idóneo para levantar su residencia de verano y se puso en contacto con el arquitecto americano Frank Lloyd Wright (1867-1959). En la Norteamérica de los años treinta la actividad constructiva seguía la tradición de la Escuela de Chicago, con lo que la preocupación de los arquitectos se centraba mucho en la vivienda colectiva (rascacielos) y poco en la privada. Sin embargo Wright, tremendamente individualista e independiente, elaboró desde el inicio de su carrera planes de viviendas unifamiliares inmersas en plena naturaleza que estaban más de acuerdo con los principios de Wiliam Morris que con los de Sullivan; estableció un concepto orgánico que se traduce en una arquitectura de expansión centrífuga en la que los espacios se generan desde adentro hacia afuera. La residencia Kaufmann, o Fallingwater, constituye un ejemplo magnífico de su ideario. Los clientes al encargar el proyecto de la casa tenían en mente situarla enfrente de la cascada para poder apreciarla, pero Wright integró el diseño de la vivienda con la propia cascada, posándola justo encima de ésta para que pasara a formar parte de la vida de sus propietarios. El edificio guarda una estrecha relación con el entorno y sus cimientos son las propias rocas, algunas de las cuales sobrepasan el forjado de la primera planta y afloran junto a la chimenea que constituye el eje en torno al que gira todo el programa constructivo. La continuidad del espacio se resuelve con el juego de planos horizontales de hormigón, muros verticales de piedra y vidrio que aseguran la intercomunicación de los espacios interno y externo. La casa se diseñó en tres plantas con un juego de volúmenes que, pese a recordar el estilo racionalista de Le Corbusier o Mies van der Rohe, parte del principio de de dirigir el espacio hacia afuera, de integrar la arquitectura en su ambiente natural y siempre considerando las necesidades del hombre o del grupo de hombres a quien va destinada. Frank Lloyd Wright es el arquitecto “orgánico” por excelencia, autor de obras como la casa Willitts en Ilinois o el emblemático Museo Solomon Guggenheim en Nueva York (1959). La trágica pérdida de su familia en el incendio de su vivienda en Taliesin le afectó de tal modo que decidió abandonar Estados Unidos y trasladarse a Japón; allí trabajó en el Hotel Imperial de Tokio y desarrolló un método constructivo resistente a los terremotos que consistía en instalar soportes basculantes hidráulicos en los cimientos, lo que permitió al edificio mantenerse intacto tras el seísmo acaecido en 1923. Su admiración hacia la arquitectura japonesa fue clave en la inspiración de sus obras, en las que pretendía lograr la armonía entre el hombre y la naturaleza. La casa de la cascada sintetiza todos los principios de la arquitectura de Wright y es un prodigio de aventura técnica. En 1937, cuando iba a retirarse el andamiaje de la vivienda, hubo protestas del sindicato de obreros ya que temían que se hundiese; más de setenta años después la casa continúa en pie y es una de las construcciones más visitadas del mundo. Nacho Cabrera Marcos Fernández EQUIPO PEPE CABRERA

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