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14/11/2012   |   
Antoni Miró

La trayectoria plástica de Antoni Miró (Alcoy, 1944) coincide temporalmente con la generación de pintores que, fatigada de la sobreexplotación del informalismo dominado por los grandes maestros de la abstracción, condujo a la recuperación de una figuración que trataba de hacer una crónica y denuncia de la realidad desde un profundo compromiso político. Desde sus primeras actividades artísticas con el Grup Alcoiart o la actividad de crítica social realizada con el Gruppo Denunzia, se advierte que Antoni Miró se aleja de los discursos formalistas en su práctica artística a la que aporta una dimensión de confrontación y resistencia. Este realismo crítico de Antoni Miró tiene puntos de contactos con Equipo Crónica o Equipo Realidad por su incidencia en cuestiones sociales, y por desplegar un pensamiento visual netamente crítico. La obra de Antoni Miró se inserta, en un lugar destacado y con características propias, en una cierta tradición en el arte contemporáneo, la de la “Crónica de la Realidad”, como la definió Vicente Aguilera Cerni. Pues aunque generacionalmente la obra de Antoni Miró está cerca del Equipo Crónica, Equipo Realidad, de Juan Genovés, de Canogar, etc., manifiesta rasgos singulares, con caracteres estilísticos y expresivos propios. Formado al margen de las escuelas de bellas artes tradicionales y de las escuelas de artes y oficios, inicialmente no participó en los grupos artísticos de la ciudad de Valencia, ni del círculo que promovía el realismo crítico. Sus primeras obras proponen imágenes drásticas y dramáticas que toman partido en defensa de la integridad del hombre y su afirmación de libertad. Posteriormente en la obra de Antoni Miró se producirá una evolución hacia un estilo más sosegado sin perder la voluntad incisiva, que a su vez planteaba una reflexión sobre la propia actividad pictórica. El repertorio de imágenes que Antoni Miró ha recreado en sus obras ha ido ampliando su mundo referencial, en el que se aborda, desde el sexo a la política, desde la interpretación pop de la historia del arte a la denuncia de la violencia, y a la burla sarcástica de líderes, monumentos y acontecimientos. También en su pintura los objetos cotidianos, las máquinas y enseres, se convierten en objeto de reflexión poética. Antoni Miró revela en su obra una continua disposición hacia lo simbólico, en imágenes cargadas de paradojas, expresivas metáforas impregnadas de figuras literarias, con las que establece un mundo propio, imaginativo y reflexivo. En la construcción de sus imágenes pictóricas parte de otras imágenes precedentes que extrae tanto del legado de la historia de la pintura como de los medios de comunicación, e incluso del mundo del cómic y de la publicidad. Podemos encontrar las más diversas referencias a distintos momentos de la historia del arte como los cuadros de Las Meninas, Los borrachos, La fragua de Vulcano, Inocencio X, El Conde-Duque de Olivares, Carlos V en Mülberg, Carlos III, el Autorretrato de Goya, La duquesa de Alba, El albañil herido, La lechera de Burdeos, Las señoritas de Avignon, Guernica, o los aviones militares de Lichtenshein, un retrato de Picasso con un gorro de papel o incluso a Mortadelo. Tanto si proceden de obras de arte del pasado, como de la cultura de masas popular, son iconos que han pasado a formar parte del “inconsciente colectivo” cultural y de ahí la eficacia de su utilización irónica y, en ocasiones, hasta sarcástica. Fuente: IVAM. Instituto Valenciano de Arte Moderno. Equipo Pepe Cabrera.

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